Cogemos la carretera entre montañas, con vistas nada desdeñables. Santander es una de esas ciudades que pasan desapercibidas para los extranjeros, pero, ¿por qué? ¿Por ser una ciudad pequeñita?, ¿por no contar siempre con buen tiempo?
¿Y qué? Santander será pequeña, pero sus pueblos, su buen ambiente y su combinación de mar y montaña hace que sea una de las ciudades más encantadoras de toda España.
¿Qué hacer en Santander?
Comer en Santander
Sí, comer, porque con el estómago lleno, toda ciudad es más bonita. Y aunque sea ciudad de costa, y te vayas a llevar unas buenas anchoas del Cantábrico de recuerdo (compradas en su magnífico Mercado de la Esperanza), lo que tienes que hacer es ir al Manila y probar la mejor tortilla de patata. Sí, la de mi madre era la mejor, pero luego probamos ésta y claramente la del Manila se llevó el oro. Con múltiples condimentos, la puedes tomar en la misma cafetería, en un bocata para llevar o a domicilio, como si de una pizza por encargo se tratase. No importa, ¡pidas la que te pidas va a estar deliciosa!
Pero no vamos a ir a Santander sólo a comer tortilla. Para disfrutar de las vistas de las costas y degustar los productos del lugar, prueba unas buenas rabas en Liencres (a 12 km de Santander). Concretamente, en el restaurante el Cazurro, que cuenta con unas cristaleras que te permitirán disfrutar de las vistas aunque empeore el tiempo. Después de la comida, no te puedes ir sin dar un buen paseo por el acantilado.
De postre, un paseo con un helado. Del Regma, o de Capri. Y es que en Santander están los dos bandos, pero tú, como vas a pasar allí el finde entero, pruebas los dos.
Tomar algo en Santander
Para salir y visitar, la zona más famosa es el Río la Pila: una calle muy empinada de Santander – como la ciudad en general – que es donde se encuentran la mayoría de los bares. Sitio perfecto para dar una vuelta de noche y conocer a la gente del lugar.
Ver algo bonito
Las vistas de Santander son tantas y tan bonitas que podríamos dedicar otro post entero a ellas. Así que abreviaremos con tres lugares fundamentales:
- No puedes irte de Santander sin hacer picnic en los jardines del Palacio de la Magdalena – y sí, allí se grabó Gran Hotel, por lo que te puedes hacer una foto en las escaleritas por las que salían los sirvientes.
- Otra visita obligada es la del faro, situado sobre un acantilado con vistas al infinito. Cuenta con el espeluznante detalle de ser utilizado como lugar de ejecuciones, de manera que durante la Guerra Civil se ahorraban la munición empujando a los condenados al vacío.
- Y pasando a algo más alegre, si te queda tiempo en tu visita, acércate a Los Raqueros y al puerto del barrio pesquero. Podrás coger un pequeño barco para ver la costa y, si quieres, visitar los pueblos que siempre se ven desde la avenida principal.
¿Te ha gustado el post? Pues no esperes más y mira con quién vas a compartir coche para visitar esta magnífica ciudad. ¡Santander te espera!
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